Santiago me convocó para que lo ayudara en la investigación para su libro una calurosa tarde de fines de enero. Nos vimos personalmente una sola vez, hablamos por teléfono en alguna oportunidad y el resto fluyó. Como fluyó en mí la lectura de los orginales. No sólo porque estaban escritos de un modo súper ameno y amigable sino porque me sentí muy interpelada.
Fueron menos de dos meses de un trabajo intenso, pero súper gratificante. Juntos buscamos datos de lo más variados. Desde que en los países americanos con tasas de homicidios más bajas (o sea, países prósperos y seguros) tienen tasas de suicidios muy elevadas, hasta que las carreras universitarias con más inscriptos distan mucho de ser las que uno imaginaría que tienen futuro en un mundo como el que se viene. ¡Y no cuento más para no convertirme en spoiler!