Apenas Pablo me contó de qué se trataba el libro, le pregunté cuál era su hipótesis. Cuando me dijo que estaba convencido de que Nisman se había suicidado, me sorprendió. Y empecé a leer el libro con mucha curiosidad. Me resultó atrapante y, por momentos, me fue muy difícil dejar de leerlo.
Fue un trabajo interesante, intenso y, por momentos, arduo debido a la cantidad de información del expediente que contiene. Pero, además, porque fue un trabajo que hicimos en menos de un mes y medio. Y editar un libro de más de 550 páginas en ese tiempo no es una tarea sencilla. Porque, además, siguiendo los pasos de Leo Piccioli, Pablo decidió editar ¿Quien mató a Nisman? sin editorial. Y eso significó hacer también la puesta a punto definitiva del libro para que fuera a imprenta tratando de que no hubiera errores de tipeo ni espacios en blanco de más, que las palabras cortaran en el lugar correcto, que no hubiera repeticiones y hasta que la numeración de las páginas fuera la que corresponde.
Por todo esto, cuando terminamos y el libro fue, finalmente, a la imprenta la satisfacción del deber cumplido fue mucho mayor.